El tema de la relación entre la disminución de la competencia y los tiempos de alta inflación y , en concreto, la influencia que pueda tener la estructuración de una política de la competencia en la reducción de la inflación que afecta a los países, en el largo plazo, Está en el foco de atención de la comunidad internacional
Esta preocupación se ha visto reflejada en la orientación de las políticas de países como EE. UU en los últimos años. Ejemplo de ello, es la adopción de reglamentaciones como la Inflation Reduction Act (IRA) que buscan reducir la inflación mediante la intervención directa del Estado en las dinámicas competitivas propias de mercados específicos como es el de las energías renovables.
Sin embargo, este asunto no es nada novedoso. De hecho, hace más de 50 años el Consejo de la OCDE ya había emitido un concepto en el que recomendaba dedicar esfuerzos al fortalecimiento del derecho y a las políticas de competencia con el fin de luchar en contra de la inflación (Recommendation of the Council concerning Action against Inflation in the Field of Competition Policy).
Richard May & Antonio Capobianco han señalado que se trata de una materia que ha sido estudiada ampliamente por profesionales del derecho y de la economía, y hay consenso en que los mercados competitivos tienen un impacto directo en la inflación.
Por su parte, Massimo Motta, ha señalado que los objetivos de la política de la competencia varían en las legislaciones de cada país, según el enfoque y necesidades de cada momento histórico, y que las políticas de competencia se encuentran orientadas a fomentar la libertad económica, el bienestar de los consumidores, la promoción o defensa de las pequeñas empresas y, por supuesto, la lucha en contra de la inflación.
Sin embargo, quienes han estudiado el tema coinciden en señalar que, aunque existe una relación entre la competencia y la reducción de los precios, es claro que la política de competencia no es el único camino para reducir de la inflación, por cuanto es claro que este fenómeno es el resultado de múltiples factores.
Pero lo cierto es que la promoción de la competencia es un elemento necesario y decisivo para combatir la inflación en el largo plazo.
Y esta premisa ha cobrado más vigencia que nunca, en el actual entorno inflacionista que está afectando a todos los países. Así que es de vital importancia que los gobiernos y las autoridades de defensa de la competencia consideren, con el mayor detenimiento, la relación que existe entre la política de la competencia y la reducción de la inflación.
En el caso de Colombia, es de suma importancia que esta realidad sea tenida en cuenta por quienes están dirigiendo la política pública y proponiendo profundas reformas a la estructura del Estado.
No se debe caer en la tentación de controlar la inflación acudiendo al mecanismo del control de precios, toda vez que este debe ser una mecanismo complementario y es deseable que solo se acuda a este tipo de control en aquellos casos en que no existe una real y efectiva competencia.
De lo contrario, este mecanismo puede inducir a fenómenos indeseables como la aparición de mercados negros en diversos sectores y productos, el contrabando, la informalidad y la escasez de los bienes y servicios materia de control, entre otros.
Así que se debe procurar, con especial celo, que las reformas que se van a proponer al congreso no vulneren la competencia y más bien ellas aprovechen para reforzar los elementos de este régimen.
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