Enfocar a Ecopetrol en generadora de energía, meterle la mano a los dineros de las Fondos de Pensiones, reemplazar las exportaciones de petróleo por las de aguacates, serían propuestas de no tomar en serio si quien las formula no fuera alguien que fue capaz de meter a una empresa de acueducto a recoger basuras, en un rocambolesco concierto de improvisaciones que costaron miles de millones de dineros públicos.
No resiste una evaluación seria el programa económico de la Colombia Humana de Gustavo Petro, una relación de propuestas vistosas sin bases sólidas, ni pautas claras ni fuentes de financiación. En cuanto al comercio exterior se limita a señalar que se harán esfuerzos para sustituir las exportaciones de petróleo y carbón; garantizar la soberanía alimentaria del país y revisar las cláusulas lesivas para Colombia que se encuentran incorporadas en tratados de libre comercio celebrados con otras naciones.
Globos lanzados al aire
El punto más polémico es ese de la sustitución de la oferta de petróleo, gas y carbón, por productos de los sectores agropecuario y textil, por cuanto considera que las energías no renovables son “lastres contaminantes del pasado”.
Aunque a nadie se le ocurriría negar la necesidad de fortalecer el sector agrícola y de diversificar la oferta exportable, es un hecho que, en la actualidad, la economía nacional depende de la industria extractiva. Las exportaciones de recursos no renovables representaron más de US$20.000 millones para Colombia en 2017, cifra que no podrá ser igualada por ningún otro sector en los próximos años, razón por la cual el cambio en el enfoque productivo que propone el candidato Gustavo Petro no es viable en el corto ni en el mediano plazo.
Mauricio Cabrera destacaba en una de sus columnas recientes, cómo, a pesar de que Chile invirtió durante más de 25 años inmensos recursos en infraestructura para mejorar la oferta de frutas, y ya es una verdadera potencia mundial en la exportación de estos productos, alcanza ingresos inferiores a US$5.000 millones por este concepto. Si nuestro país contara con una política agraria seria y bases productivas suficientes para la exportación masiva de productos agropecuarios, los ingresos que ello aportaría serían inferiores a los derivados de las exportaciones de petróleo y minerales.
Otro punto en el que Petro ha sido reiterativo es el concerniente a la protección de la industria nacional de la competencia extranjera, para garantizar la soberanía productiva nacional. Difícil precisar que quiere decir con esto.
Finalmente, señala que revisará los tratados de libre comercio vigentes para examinar aquellas cláusulas que perjudican los intereses de Colombia, una versión de izquierda de las arbitrariedades de Trump - que si en forma insensata alguien llevara a cabo alguna vez-, solo aislaría la economía Colombia del resto del mundo. Petro debería tener un asesor que le explique que los Tratados de Libre Comercio no son buenos ni malos per se. Que sus bondades y amenazas dependen de la política interna que adopten los países. Y que es el Gobierno el responsable de que sirvan a los intereses nacionales.
En suma. Da la impresión de que el proyecto económico de Petro es improvisado y carente de rigor. Un verdadero guacamole.
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