Comienza el 10 de marzo entregando las noticias sobre los nuevos cuadros de la política colombiana, a partir de las elecciones legislativas que han servido para reoxigenar la composición del Senado y la Cámara de Representantes de nuestro Congreso de la República.
Ha sido una campaña intensa, sofocante, llena de un creciente afán por seguir desprestigiando la política partidista y a quienes desde una de las más altas dignidades de la Nación solo pretenden el servicio a los más necesitados y desvalidos. Por fortuna la política y sus partidos lograr ser superior a la perversión difamadora.
Pero si bien no faltaron los episodios molestos e incómodos, debo destacar el ambiente de paz que caracterizó el desarrollo de esta jornada en el antes y el después del ejercicio electoral. La Fuerza Pública siempre estuvo presente y garantizó el buen desenlace de la actividad proselitista. En nuestro caso recorrimos el país y pudimos estar con mucho énfasis en la Región Caribe, multiplicando y difundiendo nuestras propuestas para el beneficio social, así como el desarrollo económico sostenible y sustentable.
A mis amigos del Atlántico, Arauca, Bolívar, Antioquia, Cesar, Cundinamarca, Bogotá, Quindío, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Sucre, San Andrés Islas, Casanare, Nariño, Boyacá, entre otros departamentos y ciudades visitados, nuestros sinceros agradecimientos por el acompañamiento y atenciones brindadas. Cada vez contamos con un mejor y más grande cuerpo de apoyo.
Hago extensivas estas palabras a mi equipo de trabajo en la campaña, que de sol a sol le apostó a la victoria. Y no podía faltar una palabra para mi padre, José Antonio Name Terán, quien siempre me enseñó que la política era la mejor herramienta para impulsar el desarrollo de los pueblos, alentando instituciones vigorosas y sólidas que piensan y tienen su razón de ser en la gente. Su profunda huella en la política sigue iluminando mi andar en ella. A las directivas del Partido Social de Unidad Nacional, a su Presidente el doctor Sergio Díaz -Granados, y a los colaboradores en general de nuestra preciada colectividad política, también les hago llegar mis sentimientos de gratitud por la asistencia que nos ofrecieron y el respaldo que de todos obtuvimos en los momentos más álgidos de la campaña electoral.
Me siento profundamente satisfecho por la acogida que tuvimos, el cariño y el respeto que nos expresó la gente en cada uno de los sitios en donde estuvimos y el calado que lograron nuestras propuestas para crear el subsidio a un almuerzo de calidad con destino a los trabajadores de escasos recursos y el fomento del empleo de vía rápida con base en capacitaciones intensas de por lo menos tres meses de duración, entre otras más que pudimos estructurar.
Los resultados obtenidos en las urnas reflejan el trabajo realizado y el compromiso que adquirimos al asumir el propósito de continuar en el Senado de la República.
El desafío que tenemos por delante es inmenso. El reto es seguir generando cimientos fuertes para el sostén de una de las democracias mejor formadas de América Latina. Si logramos firmar la paz como esperamos que se haga, Colombia llega a la era del Posconflicto, en la cual tendrán que instrumentarse todas las condiciones necesarias para que jamás volvamos a los tiempos de la guerra y el derramamiento de sangre.
Confiamos en que desde el Congreso de la República puedan construirse esas condiciones, Unidos por la Paz y de la mano con un presidente como Juan Manuel Santos Calderón que ha sabido ganarse un sitial en la historia al desmontar el lenguaje belicista, para abrirle paso al diccionario de la reconciliación y concordia nacionales.
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