Confiamos en que esta vez la iniciativa de subasta sea una realidad.
Las subastas de cargo por confiabilidad (CxC) son definidas por la Creg, luego de comparar la energía firme disponible con la proyección de demanda. En ese ejercicio, la entidad viene concluyendo que la oferta es suficiente y por ello ha repetido año tras año que no se dan las condiciones para convocar a una subasta.
Lo anterior podría significar que Colombia lleva 7 años sin incrementar sus procesos productivos, industriales, extractivos y de servicios donde la energía de la red sea un insumo básico. La cuestión es que en esos procesos subyace el crecimiento del PIB, y el hecho de que en todo este tiempo la Creg haya llegado a la misma conclusión, no deja de ser inquietante.
El precio de bolsa de la energía lo determina el precio ofrecido por la última planta requerida para abastecer la demanda. Si el costo de operación de esas plantas es alto pero su energía es requerida, estas terminan fijando el precio de bolsa. Así es como los colombianos terminamos asumiendo un costo de energía ineficiente.
En procesos productivos donde la energía representa casi 30% de sus costos, una energía costosa impacta su competitividad. Mientras Estados Unidos, México y Perú, tienen tarifas cercanas a US$70/MWh, las tarifas para la industria nacional superan US$100/MWh.
Si el país requiere mejores precios de bolsa no puede tener plantas de costos operativos altos influyendo en su fijación. La única forma de garantizarlo es que su energía no se requiera en la operación normal del sistema y para ello es necesario el ingreso de nuevas plantas.
Pero los nuevos proyectos dependen directamente de la subasta. Mientras las plantas existentes reciben CxC por esa vía y también de manera directa por la Creg - en el momento y para los años que ella decide -, las nuevas solo pueden recibirlo mediante subasta.
Recordemos que el CxC es una suma que todos pagamos a algunos generadores de energía para enfrentar El Fenómeno del Niño. Una planta nueva que no tenga CxC compite con varios pesos menos contra plantas existentes. Las primeras deben asumirlo como un costo por kWh generado, en cambio para las segundas es un ingreso. Sin CxC, las posibilidades de hacer inversiones en nuevos proyectos de generación de energía firme se reducen de manera importante.
El CxC se creó para promover nueva inversión, pero la imposibilidad de acceder a él se ha convertido en una barrera de entrada para nuevos proyectos. La cuestión de la subasta es realmente crítica.
Sin subasta no hay proyectos nuevos. Sin ellos no hay como mejorar el precio de bolsa ni de contratos. Sin mejores precios de energía es más difícil incrementar la proyección de demanda. Y, sin ese incremento, no se van a dar las condiciones para que se convoque a una subasta.
La Creg sometió a consulta pública desde el año pasado una propuesta para corregir esa barrera de entrada, pero fue descartada sin mayor justificación. Ahora la esperanza de que los últimos tres años de discusiones y esfuerzos de inversionistas y agremiaciones vean sus frutos recae en otra iniciativa que recién comenzó a cocinarse: la Subasta Escalonada Anual.
Confiamos en que esta propuesta esté orientada a seguir la recomendación del Documento Creg 157 de 2016: aumentar la competencia en la contratación de energía desde la oferta, asignando CxC a plantas con factor de utilización razonable, haciendo viables nuevas inversiones y renovando recursos menos eficientes de la operación diaria del sistema. Y que no se olvide de las renovables.
Se perfila por buen camino para corregir los aspectos que se vienen señalando, pero es necesario acompañar al regulador. La inversión de al menos US$500 millones depende de su decisión.
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