Mediante la adopción y ratificación del Acuerdo de París en el año 2018, Colombia se comprometió a reducir en un 20% las emisiones de gases efecto invernadero (“GEI”) proyectadas al año 2030. Es por esto, que el Gobierno Nacional ha emprendido una serie de medidas para lograr dicha meta, entre las que se encuentra el impuesto al carbono.
Desde su creación a través de la Ley 1819 de 2016, este gravamen, que busca desincentivar el uso de combustibles fósiles y privilegia la implementación de energías provenientes de fuentes no convencionales, se ha convertido en el mejor aliado para lograr disminuir los GEI.
Sin embargo, lo más atractivo de este impuesto no es el recaudo que genera anualmente, sino, por el contrario, la posibilidad de su no causación. Aunque parezca paradójico, es gracias al concepto de carbono neutro y a los bonos de carbono que hoy se puede evidenciar el desarrollo de más de 130 proyectos de mitigación de GEI en todo el territorio nacional.
A través del mecanismo de no causación del impuesto, quienes adquieren de un productor o importador, o retiran para consumo propio combustible fósil, pueden evitar el pago de este gravamen certificando la neutralización de dichos combustibles a través de bonos de carbono que se adquieren en el mercado voluntario.
Esto, por su parte, se materializa en un menor costo para las compañías, consigue afianzar su reputación y genera una cadena de valor entre todos los implicados.
En este sentido, los bonos de carbono son instrumentos que representan una tonelada métrica de dióxido de carbono (“CO2”) que se ha reducido o neutralizado por medio del desarrollo de un proyecto para la mitigación de GEI.
Así, este mecanismo de neutralización se convierte en una alternativa interesante tanto para quienes se encuentran gravados con el impuesto al carbono, como para las comunidades que buscan generar un impacto positivo a nivel social, ambiental y económico, y para Colombia en general.
Al respecto, debe tenerse en cuenta que este tipo de bonos o certificados se adquieren en mercado voluntario de carbono, que se ha venido desarrollando desde la iniciativa privada. Si bien este mercado ha ido creciendo en los últimos años, el sector requiere de un mayor apoyo del Gobierno Nacional para darse a conocer e incentivar su implementación, no solo entre quienes están obligados al pago del impuesto al carbono, sino entre todos los participantes de la economía.
Por lo anterior, en un momento como el actual en el que se busca reactivar la economía, el mercado voluntario de carbono y toda su cadena de valor se convierte en una alternativa para el crecimiento sostenible de la economía. Esto, teniendo en cuenta que a nivel global no es posible concebir un modelo de negocios sin antes medir y tener en cuenta el impacto que generará no solo a nivel financiero, sino también a nivel ambiental y social.
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