El pasado 15 de noviembre se celebró el Recep (Regional Comprehensive Economic Parnetship), el acuerdo libre comercio de los 15 países asiáticos que representan una gran proporción del comercio mundial, liderados por China, e integrados por los diez miembros del Asean, a los cuales se sumaron Japón, Corea, Australia y Nueva Zelandia.
Varios expertos internacionales mencionan cómo este acuerdo de libre comercio será el más importante en la historia de la humanidad, y aún más ambicioso que el Nafta o la Unión Europea, al reunir un mercado de 2.200 millones de personas y unas exportaciones que superan US$5 trillones, el doble del monto de las exportaciones de la Unión Europea o el Nafta, individualmente considerados.
La iniciativa de este nuevo tratado de libre comercio es integrar sus normas de origen y sus cadenas regionales de valor, con el propósito de incrementar su participación en el comercio mundial y hacer, de manera conjunta, un frente común a la guerra comercial promovida por el presidente Trump, la cual no solo afectó en 2019 a las exportaciones chinas en cerca de US$90.000 millones, sino que detrás de esa cifra van inmersas cerca de 70% de materias primas japonesas, coreanas, malayas, de Singapur u otros países de la región, que hoy se utilizan como insumos para los productos finales que se ensamblan en China, la gran fábrica del mundo.
Algunos analistas opinan que el Recep nació como respuesta del presidente Xi Jinping y los líderes asiáticos ante la súbita renuncia del presidente Trump a celebrar el TPP (Trans Pacific Partnership), rebautizado más tarde antes de su desaparición.
¿Cómo puede ser el Recep Americano?
Uno de los retos más importantes que tiene el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, es recuperar el liderazgo de su país en temas internacionales, entre ellos el comercio exterior.
¡Y la solución es muy sencilla!
Mientras la Unión Europea y ahora el Recep acumulan origen entre el comercio realizado entre sus diferentes integrantes, creando cadenas regionales de valor, la mayoría de los seis acuerdos comerciales que tiene Estados Unidos con 12 países de la región, impiden acumular origen, rompiendo la posibilidad de crear cadenas regionales de valor, aún con materias primas norteamericanas (Solo el antiguo Nafta, hoy Tmec O Usmca, lo permite con el Cafta), pero no así los suscritos con Panamá, Colombia, Perú, Chile, o las exportaciones entre ellos y México o los seis países del Cafta.
Si la propuesta del Alca del presidente Bush padre se hubiera concretado, (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) hoy este mercado que importa una vez y media más que la Unión Europea en su conjunto (US$4,2 trillones en 2019) sería el acuerdo comercial más grande del mundo. Sin embargo, la idea de Brasil de separar al Mercosur de esta fantástica iniciativa hizo que el Alca se desvaneciera como también a su vez se desvaneció más tarde el Mercosur porque hoy Brasil exporta mucho mas a China o a Estados Unidos que a Argentina o Uruguay.
Mediante la integración de las normas de origen de los seis acuerdos comerciales que hoy tiene suscrito con doce países del hemisferio, Estados Unidos promovería el Recep Americano, creando cinco millones de nuevos empleos en América Latina, lo cual bajaría la presión de emigración e incorporaría sus insumos estadounidenses a las cadenas regionales de valor, mejorando de manera importante su relación con su propio mercado y con sus propios vecinos.
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