Vamos ya para dos años de gobierno, y aun no quedan claras muchas de las políticas del gobierno de Gustavo Petro, sus reformas y principalmente, la llamada “transición energética justa”, dejando a Colombia en un limbo energético, donde los años de vida del sector hidrocarburos se acortan mientras que el sector de las energías renovables no avanza al paso que se esperaba, pues se ha perdido mas tiempo en los dogmas e ideologías de un país que se mueva por las energías limpias, que de verdad lograr avanzar en una transición energética responsable, dejando además de atender los verdaderos problemas del sector, como lo son el alza en las tarifas de energía, la inminencia de los apagones, el alza de los combustibles y la ausencia de nuevos hallazgos de hidrocarburos como el gas, al cual a la fecha no le quedan mas de 7 años de vida.
Lo anterior, no es una crítica más a las políticas del sector energético del actual gobierno, sino más bien una respuesta a los discursos e intervenciones de los últimos días del presidente de la republica y del ministro de minas y energía; por un lado el presidente en su prosopopéyico discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, dejando de un lado las tonterías que hablo acerca del “éxodo de los pueblos hacia el norte” por consecuencia del cambio climático, el presidente resaltó la necesidad de descarbonizar la economía, y avanzar hacia la transición energética justa, sin embargo el “país de la belleza” como bien dijo el presidente en su discurso, está en un limbo energético, con tarifas de energía exorbitantes, combustible subiendo cada mes, reservas de gas y petróleo disminuyendo, inversión en nuevos campos, cero, con la probabilidad alta de racionamiento y apagones, además de un sector minero perseguido y buscando hacer una transición, trasladándole este negocio de los mineros y empresarios, a las guerrillas y organizaciones afines a estas.
Por otro lado, el ministro de minas Omar Camacho, en audiencia ante el Congreso de la República el pasado 19 de septiembre, hizo énfasis en un camino hacia la transición energética apalancado por el sector hidrocarburos, lo cual no pasa de ser discurso pues sabemos que la actividad está totalmente frenada, pues llevamos ya casi año y medio no de un tránsito hacia las energías renovables, sino de una cruzada de odio hacia la industria de la minería y los hidrocarburos, sumado a la mezcla de incompetencia con improvisación en esa confusa transición energética.
Dicho lo anterior, vale la pena preguntas ¿a quién afecta todo esto? muy optimistas aquellos que de verdad creen que esto es un tema de “ricos y pobres” de medio ambiente vs empresas capitalistas extranjeras; para ilustrar esto, es bueno revisar las siguientes cifras:
Según el informe semestral de la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios de Petróleo, Gas y Energía- Campetrol, “de enero a junio de 2023 se observó una reducción de 27,3% (15 equipos menos) en la actividad de los taladros de perforación, correspondiente a una pérdida cercana a 9.750 empleos (1.500 directos y 8.250 indirectos); así como una reducción de 10,6% (10 equipos menos) en la actividad de taladros de reacondicionamiento, representando una pérdida cercana a 3.250 empleos (500 directos y 2.750 indirectos). Esto significa una reducción de 16,8% en la actividad total de taladros, pasando de 149 a 124 (25 equipos menos), y una pérdida total de mano de obra cercana a los 13 mil empleos (dos mil directos y 11 mil indirectos) en el territorio nacional.” (https://campetrol.org/balance-petrolero/)
Con los preocupantes datos expuestos, es necesario evocar el calificativo que uso en campaña la hoy vicepresidenta Francia Márquez, quien vale la pena decir, fue utilizada como un instrumento de campaña para ayudar a ganar la presidencia a Gustavo Petro, y que hoy por hoy solo le delegan cualquier asunto sin importancia que tenga el gobierno; el calificativo de “los nadies” para referirse a todas esas personas marginadas por diferentes condiciones o ante la falta de capacidad del Estado de hacer presencia en los territorios.
Lo que ignora el gobierno con su agresiva posición contra el sector minero petrolero, es que en los recónditos territorios donde se adelantan actividades de extracción de recursos naturales no renovables, adentro de las llanuras, lo más profundo de zonas selváticas, montañas, y demás accidentes de nuestra geografía, existen también “nadies” que pueden aspirar a ser “alguien” gracias a que en territorios donde difícilmente habría presencia de gobierno las industrias del sector minero energético apalanca consigo el despliegue institucional que hace presencia en estas zonas, pero que además, que gracias a esa industria que el gobierno busca destruir, personas que en condiciones normales no tendrían oportunidades, logran acceder a contratación de mano de obra, logran prestar bienes y servicios, como transporte, casinos, restaurantes, pequeños hostales ubicados en veredas y logran así dinamizar su economía, también existen “nadies” que gracias a esas industrias reciben inversiones sociales que buscan mitigar las condiciones de miseria y mejorar su calidad de vida; también ignoran los miles de trabajadores de estas empresas que son tan colombianos como los de cualquier otra profesión.
Para el gobierno en su soberbia, le es más fácil clasificar a las empresas como agentes extranjeros que solo se dedican a extraer riqueza y llenarse los bolsillos y que por eso deben desaparecer del sector económico del país, pero a pesar de que el gobierno y sus áulicos “fundambientalistas” no quieran aceptarlo, la discusión sorbe la exploración y producción de hidrocarburos, no puede limitarse a una pobre discusión mediática enfocada en petróleo vs medio ambiente, no, esta es una discusión que debe abordarse desde tres aspectos: económico, social y ambiental, siendo los tres igual de relevantes para poder pensar en avanzar hacia una transición energética justa, impulsada por los sectores de la minería y los hidrocarburos.
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