En El Salvador se dio la elección presidencial, la quinta después de la firma de los acuerdos que pusieron fin al conflicto armado interno en este país en Enero de 1992. En las tres primeras elecciones el ganador fue el partido de la derecha ARENA, en la cuarta logra la presidencia el partido FMLN, el de la antigua guerrilla, con la candidatura de un militante moderado, comunicador social, Mauricio Funes; en la elección de este año gana Salvador Sánchez Ceren, antiguo comandante guerrillero del FMLN y quien había sido congresista, Ministro de Educación y Vicepresidente de Mauricio Funes. Como sucede en las elecciones disputadas, el triunfo fue por una mínima diferencia, hubo un cuestionamiento inicial del Partido de la derecha, pero finalmente se impuso el respeto y acatamiento a la institucionalidad. El caso salvadoreño enseña que pasaron tres gobiernos, en los cuales ejerció el poder el partido de la derecha política, antes que llegará a la presidencia un gobierno de izquierda y sería un caso para reflexionar a quienes critican las conversaciones ente Gobierno y FARC con el argumento que si se termina el conflicto armado en las conversaciones de La Habana dará paso inmediato al fantasma del “castro-chavismo”.
En Costa Rica se producen unas elecciones profundamente atípicas, no sólo triunfa el académico Luis Guillermo Solís del Partido Acción Ciudadana, sino que el candidato del partido de gobierno, Partido de Liberación Nacional, renuncia luego de haber pasado a la segunda vuelta dejando prácticamente al candidato Solís electo antes de la elección. Tuve la oportunidad de conocer al hoy Presidente en un evento académico organizado en la Fundación Arias hace algunos años y participar con un artículo, elaborado con una colega, sobre ‘Gobernabilidad democrática y crimen organizado’ en un libro que el hoy presidente edito junto con Francisco Rojas sobre “Crimen Organizado en América Latina y el Caribe”, todo ello me permite decir que los costarricenses tienen como presidente a un académico serio, un hombre ponderado y de diálogo y que seguramente podrá hacer un buen gobierno. Allí los partidos tradicionales quedaron bastante maltrechos y su reto será rehacerse o desaparecer.
En Panamá, en un proceso electoral muy agitado, como son la mayoría de los procesos electorales en la región, donde el presidente saliente Martinelli quería mantenerse en el poder a toda costa -su esposa era la fórmula vicepresidencias de la candidatura oficialista-, se impuso un candidato de centro derecha Juan Carlos Varela del Partido Panameñista -el viejo partido formado por el ex presidente Arnulfo Arias- que fue el vicepresidente de Martinelli, pero que se habían distanciado a tal punto que Martinelli lo había marginado de las actividades de gobierno. Varela es un hombre, que a diferencia del autoritarismo de Martinelli, prioriza el diálogo con los distintos sectores políticos -de hecho va a requerir un acuerdo en el Congreso con el Partido de la Revolución Democrática, el partido de influencia del ideario del general Omar Torrijos, para tener una gobernabilidad adecuada- y con los gobiernos de la región y que seguramente lo primero que hará será normalizar las relaciones con Venezuela, deterioradas durante el gobierno que está terminando.
No hay duda, lo que muestran los gobiernos actuales en la región son gobiernos de diálogo y en los cuales el caudillismo del pasado reciente, parece haber pasando a la historia.
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