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OPINIÓN

Pobres con almas de pobres

10 de marzo de 2025

Andrés Charria

Fundador de Tres Puntos Consultores
Canal de noticias de Asuntos Legales

Da dolor ver como los equipos de fútbol que nosotros creemos que son de menor categoría, año a año eliminan a los supuestos grandes equipos colombianos sin mayor dificultad. Ya no vienen a jugar acá Olimpia, River Plate o Peñarol, nada de eso, Deportivo Iquique, o Deportes Melgar tranquilamente eliminan a nuestros mejores equipos. Los periodistas, con la mirada puesta en la historia, siempre dicen que los equipos colombianos son más, mejores y que deberían ganar fácilmente contra esos débiles y desconocidos clubes.

En competencias de selección puede ser que sigamos teniendo cierta importancia, hay buenos jugadores que con un técnico con algo de sentido común puede armar un equipo decoroso que se parezca a lo que teníamos hace un tiempo, pues, hay muy buenos jugadores. La dolorosa verdad es que un jugador medianamente bueno en Colombia sabe que no puede perder un solo minuto aún en el más grande de todos los equipos colombianos (cualquiera, el que usted considere que sea) y debe salir a jugar afuera, preferiblemente a Europa, aunque Brasil, México o ligas emergentes como la de Arabia Saudí también son lugares de llegada de nuestros cracks.

El futbol profesional en Colombia no está diseñado para formar grandes equipos, es desorganizado, mediocre, manejado precisamente para permanecer en esa mediocridad y navegar en la desorganización permanente.

Cualquier torneo, de cualquier deporte busca incentivar la competencia y lógicamente pagará, entregará mejores premios o al menos entregará medallas más bonitas a los primeros. Quien llega de primero tiene más méritos para mejorar su posición económica. Por otra parte, quien no logra ciertos niveles de calidad desciende de categoría con lo que económica y deportivamente implica.

En Colombia se incentiva la mediocridad a tal punto que no es atractivo para la mayoría de equipos destinar sumas de dinero importantes para mejorar instalaciones o el equipo, de nada sirve ganar porque nada van a poder sacar, no es negocio.

El torneo profesional es desorganizado, se juega de manera aleatoria, la mayoría de las veces con escaso público, generalmente solo van los energúmenos de siempre que no se explica uno cómo pueden seguir a tales modelos de mediocridad con semejante fervor. Tampoco gana el mejor, eso se lograría en una liga de todos contra todos, no acá un equipo que durante apenas 5 partidos juega bien puede quedar campeón.

El dinero que se reparte es poco y para todos igual, es de los mayores misterios que observo en el fútbol colombiano. La mayoría de equipos prefieren menos dinero, en un lugar donde nuestro gran filósofo, Kid Pambelé sentenció que “es mejor ser rico que pobre” nuestros clubes prefieren menos a más. Claro ese menos se les entrega siempre a pesar de lo malos que puedan ser. Al no haber descenso en la segunda división los equipos por más malos que sean nunca van a dejar de recibir algo de dinero. Es el negocio de la viuda, reciben poco, gastan muy poco y de vez en cuanto les llega algo extra. Deportes Quindío es el mejor ejemplo.

No parece haber luz a final del tunel, o al menos este túnel es muy largo; seguiremos con la misma mediocridad un tiempo más. La pelea por quien va a dirigir la DIMAYOR está entre los mismos, una persona de futbol dicen quienes viven a costa de esos pocos derechos de televisión y transfieren un jugador al año a equipos franceses de segunda división o a Bélgica. Esa persona de fútbol está cómoda con este mediocre futbol y nada cambiará.

Ojalá me equivoque.

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