El país enfrentó importantes retos durante el año 2021 que han permitido evaluar la matriz energética de Colombia y redireccionar algunas de las estrategias planteadas en esta.
Como lo indicó la autoridad minera en el informe sobre rendición de cuentas 2020 - 2021, durante la pandemia “en menos de 60 días, el país dejó de producir cerca de 1,5 millones de barriles de crudo, y 2.762 millones de pies cúbicos de gas natural, y se detuvo la producción de 150.000 toneladas de carbón y la exportación de 200.000 toneladas”. Según este importante informe, “la suma de todos estos recursos habría permitido llevar energía eléctrica por primera vez a más de 34.000 hogares colombianos con paneles solares en los rincones más alejados del país”.
Por su parte, en materia minera y de acuerdo con el informe presentado por el BN Americas, a finales de octubre de 2021, la actividad minera en Colombia generó cerca de “80% del PIB de 12 de los 32 departamentos colombianos“. Asimismo, ese informe indicó que en los primeros ocho meses del año 2021 se generaron 206.000 fuentes de trabajo.
Todos estos datos permiten reafirmar que el sector minero energético es una importante fuente de ingresos para la economía nacional y que el impulso de este sector para la reactivación económica es uno de los pilares más importantes que el próximo Gobierno Nacional debe considerar.
La apuesta del gobierno actual se concentra en las fuentes de energía renovables y la necesidad de realizar una transición energética. De esta manera, en 2019 se anunciaba la voluntad del gobierno de aumentar 50 veces la capacidad instalada en fuentes de energías limpias.
En menos de dos años, se ha aumentado nueve veces dicha capacidad, en 2021 se impulsaron importantes subastas de energías limpias y se encuentran en proceso de desarrollo 16 parques eólicos, lo que evidencia la voluntad de dar importantes pasos en la transición energética.
Para 2022, el gobierno enunció como uno de sus objetivos gestionar iniciativas que combatan el cambio climático, proyectos que promuevan la compra de vehículos híbridos y eléctricos, y la eficiencia energética a nivel “residencial, comercial e industrial”.
Sin embargo, no podemos olvidar el importante aporte de los combustibles fósiles y la minería para ese tránsito energético que el país reclama. Sin duda la transición energética no puede darse sin seguir contando con las regalías, el empleo, los beneficios sociales e incluso los insumos que generan tanto el sector petrolero como el sector minero, pues de acuerdo con el informe de rendición de cuentas del Ministerio, la mayoría de los colombianos “seguirá utilizando la gasolina, el diésel y el gas natural para sus actividades diarias”.
Por su parte, los minerales que se requieren para la construcción de parques eólicos, baterías y sistemas fotovoltaicos, constituyen el argumento central de la importancia del sector minero para las energías limpias.
Claramente la continuidad de estos planes estratégicos depende, en gran medida, de la prioridad que el próximo gobierno le asigne a la reactivación económica basada en el sector de hidrocarburos y en el sector minero.
Una transición energética que mire únicamente hacia las energías renovables y deseche totalmente el sector de hidrocarburos y el minero está llamada a fracasar.
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