La actual pandemia ha tenido un gran impacto a nivel global para todos los sectores de la economía. No obstante, uno de los sectores más afectados ha sido la industria de la aviación.
Para nadie es un secreto que la aviación comercial de pasajeros está pasando por una de sus situaciones más desafiantes. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata, en inglés) ha estimado que 25 millones de empleos están en riesgo por el cierre de las aerolíneas, con 2,9 millones de éstos en Latinoamérica y pérdidas económicas alrededor de 55% comparado con 2019.
Las aerolíneas a nivel mundial han sentido el golpe de esta crisis. Además de Avianca, aerolíneas tales como Virgin Australia, Cityjet en Irlanda, Southafrican Airways y Comair en Sudáfrica, entre otras, han iniciado procesos de reorganización empresarial por insolvencia.
La Iata ha pedido a los gobiernos a nivel mundial poner en marcha paquetes de estabilización con ayuda financiera. Esa ayuda consiste en: apoyo financiero directo, préstamos, garantías de préstamos y respaldo al mercado de bonos corporativos por los gobiernos y los bancos centrales y alivio fiscal.
El gobierno colombiano ha contribuido con el pedido de la Iata, específicamente con los últimos dos puntos, con medidas tales como las líneas de crédito “Colombia Responde” ofrecidas por Bancoldex y los alivios fiscales presentes en el Título III del Decreto 575 del 15 de abril de 2020. Sin embargo, se deberá hacer un esfuerzo conjunto entre empresarios y gobierno para aliviar financieramente a una industria tan importante como la aviación comercial de pasajeros.
Los retos financieros no son los únicos que la industria de la aviación deberá enfrentar. La pandemia actual ha demostrado que las aerolíneas deberán crear y afianzar protocolos de bioseguridad para el transporte de pasajeros.
Las amenazas no solo se encuentran en las contingencias de seguridad con actos de interferencia ilícitos, bien sean bombas, secuestro a aeronaves u otros. De ahora en adelante, la aviación comercial de pasajeros deberá asegurar claros protocolos de mitigación frente a la amenaza invisible, la expansión de enfermedades altamente contagiosas como el covid-19.
Estos protocolos deberán comprender la tripulación, la aeronave, los pasajeros, la prevalencia del check-in en línea, entre muchas otras adaptaciones para evitar el contacto humano lo más posible.
La responsabilidad para protegerse en contra de enfermedades altamente infecciosas no solo debe estar a cargo de las aerolíneas. Los operadores aeroportuarios, las autoridades e incluso los mismos pasajeros deberán velar por el autocuidado y el respeto a los protocolos que se establezcan.
Una vez se reanude la operación comercial de transporte de pasajeros, la experiencia de vuelo probablemente sea diferente. En este sentido, el diario The Economist asegura que el transporte aéreo de pasajeros se transformará, creando “burbujas de viaje”, en las cuales los pasajeros se movilizan en fronteras determinadas.
La primera de estas se creó entre los países bálticos de Lituania, Estonia y Letonia. El diario inglés asegura igualmente que se creará una burbuja de viaje en la región Asia-Pacífico y entre Nueva Zelanda y Australia.
En consecuencia, no solo la experiencia del vuelo cambiará, sino también los destinos a los cuales los pasajeros decidan viajar. El futuro determinará si e transporte aéreo reanudara la interconexión global o se concentrará en burbujas con destinos limitados y seguros.
La aviación ha pasado anteriormente por retos que cambian cómo los pasajeros vuelan. Un gran ejemplo de esto es la tragedia ocurrida el 11 de septiembre de 2001. Este suceso cambió los protocolos de seguridad en la aviación a nivel mundial, pero no por esto la industria de la aviación fracasó.
La industria aérea no se detendrá, sino que se adaptará al cambio, como lo ha hecho a lo largo de su historia. La época post-covid-19 no será la excepción.
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