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OPINIÓN

El bicentenario habla llanero

15 de diciembre de 2018

Juan Carlos Martínez Salcedo

Asesor de Procesos Académicos Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana

juanmarsa@unisabana.edu.co
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Pore es un pequeño y cálido municipio del norte de Casanare. Sus calles empedradas dirigen nuestros pasos hacia las famosas ruinas de la otrora, capital de la Provincia de los Llanos, entre 1809 y 1843 y de Casanare, como uno de los estados confederados adscritos a la Nueva Granada. Unas ruinas que dan cuenta de la existencia de una cárcel y una iglesia colonial, construida con cal y canto a finales del siglo XVII.

Es innegable el papel protagónico de Casanare en la historia de Colombia. Algunos de sus municipios más emblemáticos ocuparon un lugar privilegiado durante la gesta de la independencia de Colombia, sirviendo como cuartel general a las tropas libertadoras que transitaban hacia el interior del país, ataviados de sueños e ilusiones que los animaban a dejar todo, incluso la vida, a cambio de tener la posibilidad de construir una nueva sociedad.

No hay un solo casanareño de pura cepa, de esos que se despiertan con el sabor del guayoyo o del café cerrero y con las tonadas del arpa, que no se sienta orgulloso de haber nacido en las tierras que fecundaron la libertad y que soportaron el paso de los catorce lanceros vencedores en el Pantano de Vargas. No hay ninguno que no recuerde que Pore fue designada temporalmente por Bolívar como capital de Colombia, dignidad que, siendo desconocida por muchos, ameritó que el Congreso de la República profiriera la Ley 936 de 2004 (30 de diciembre), por medio del cual se declara patrimonio histórico y cultural de la Nación, al Municipio de Pore, y se dictan otras disposiciones.

Pero no se trata de la única Ley proferida por nuestro “Honorable” Congreso en este sentido: en el ocaso del gobierno del Presidente Santos se expidió la Ley 1916 de 2018 (12 de julio) por medio de la cual la nación se vincula a la celebración del bicentenario de la campaña libertadora de 1819 y se dictan otras disposiciones, en la que se exalta a treinta y ocho municipios de los departamentos de Arauca, Casanare, Boyacá y Cundinamarca y al centro histórico de nuestra capital Bogotá, dentro de los que destacan Pore, Tamara y Nunchia.

Hoy estamos expectantes del inicio de los diferentes actos protocolarios de celebración del Bicentenario de la Independencia de Colombia, ocurrida el 7 de agosto de 1819, cuyo evento de apertura tendrá lugar en Pore, el martes 18 de diciembre, en el que se reivindicará ante el país y el mundo, el papel que tanto el municipio de Pore como el departamento de Casanare ocuparon en la campaña libertadora.

En este sentido, la celebración del Bicentenario ha de ser una excusa para fijar nuestra mirada en aquellas regiones periféricas que han ido forjado la nación; comunidades enteras que desde su propio rincón enaltecen el sentir nacional a través de sus diferentes expresiones culturales tradicionales.

La música llanera, los cantos de vaquería y de trabajo de llano, el contrapunteo, el poema llanero, la artesanía a partir del cuero y la madera, los trajes, vestimentas y tejidos, los bailes de joropo, las rezos de potreros y rodeos, los juegos y rondallas, la gastronomía, las medicinas ancestrales, el coleo y demás expresiones que dan vida a una cultura propia asociada a un territorio, que da cuenta de la forma en la que un pueblo se amalgama con un territorio y con su entorno, dando vida a una verdadera nación.

Estas y cada una de las demás manifestaciones culturales tradicionales o expresiones del folclor de las regiones de Colombia, deben ser cuidadas y protegidas por todos a partir de los instrumentos jurídicos que sean necesarios.

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