La transformación digital en Colombia ha presenciado varias barreras u obstáculos importantes que dificultan el aprovechamiento de la tecnología por las personas y las organizaciones para la creación de valor económico y social.
Esta realidad no es ajena para las tecnologías digitales emergentes como es el caso de la Inteligencia Artificial, pues, aunque es “emergente” su adopción en el país, esta se ha visto obstruida por barreras de todo tipo, económicas, sociales, culturales, políticas, entre otras. Basta con observar el diagnostico que se realizó en el CONPES 4144 de 2025, para corroborar que las limitantes para la adopción de esta tecnología van desde falta de planeación y recursos para implementar la IA, hasta la falta de capacidades tecnológicas y habilidades digitales necesarias para su implementación.
Uno de los elementos que ha obstaculizado la adopción de las tecnologías digitales es el exceso de cargas regulatorias y la poca flexibilidad de la regulación, fenómeno que en muchas ocasiones no solo desconoce el comportamiento de los mercados digitales caracterizados por una innovación constante y exponencial, sino que también desconoce el contexto económico empresarial, donde son las empresas más pequeñas las que mayores dificultades experimentan a la hora de implementar este tipo de tecnologías.
Un claro ejemplo de como las cargas regulatorias excesivas y la poca flexibilidad de la regulación pueden ahogar el emprendimiento en Colombia, se evidencia en las sanciones impuestas por infracciones a las normas de protección de datos personales. Para el 2023 aproximadamente el 64% de las sanciones impuestas por infracciones a la Ley 1581 de 2012 se impusieron a micro, pequeñas y medianas empresas (Análisis de las sanciones impuestas en materia de protección de datos durante el 2023; Escuela de Privacidad; 2024).
Resulta entonces necesario contemplar el abanico total de alternativas con las que se cuenta en el escenario regulatorio, con el fin mitigar los riesgos que tecnologías como la IA representan, sin que ello implique la imposición de grandes barreras y sanciones que desincentiven su adopción, más aún cuando hemos sido testigos de los beneficios económicos y sociales que este tipo de tecnología puede generar para sectores como salud, educación, agro, trabajo, entre muchos otros.
Uno de esos mecanismos que puede aportar en la mitigación de los riesgos de la IA, es la autorregulación, la cual puede incentivar la adopción de lineamientos éticos y responsables al interior de las organizaciones de una manera mucho más flexible y adaptable, que sean proporcionales y coherentes con su realidad y contexto pero que no desatiendan las preocupaciones que como sociedad hemos identificado en estas tecnologías, tales como falta de transparencia, sesgos que conduzcan a la discriminación, entre otras.
Aunque el concepto de autorregulación no es único y puede variar dependiendo el contexto en el que se use, la Corte Constitucional en sentencia C-692 de 2007 brindó una aproximación inicial al definir la autorregulación como “el instrumento mediante el cual grupos de individuos y agentes de cualquier negocio o industria, con base en la autonomía que el ordenamiento les reconoce, acuerdan unas pautas de conducta o un marco jurídico de deberes y obligaciones recíprocas, cuyo incumplimiento tiene repercusiones de diversa naturaleza”.
En el contexto actual, ante la ausencia de regulación tradicional, las organizaciones que pretenden implementar IA cuentan con diferentes herramientas que pese a no ser vinculantes pueden funcionar como lineamientos y estándares técnicos y no técnicos para ajustar el desarrollo de sus actividades según los principios éticos en IA. En Colombia, particularmente, instrumentos como las normas NIST o Marco Ético para la Inteligencia Artificial del Dapre, son un ejemplo de estándares que pueden funcionar como orientadores de las conductas de las organizaciones que se encuentran comprometidas con implementar la IA de una forma ética y responsable.
Las principales ventajas de adoptar estos elementos de autorregulación en las organizaciones se pueden resumir principalmente en (i) la generación de confianza con los demás actores del mercado (consumidores, clientes, distribuidores y reguladores), así como (ii) la preparación de capacidades organizacionales, financieras y técnicas para adoptar modelos de gobernanza de IA alienados con los principios éticos globales.
Este último aspecto puede ser útil en una organización para anticiparse a futuras regulaciones.
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