Con la expedición del Decreto 1174 de 2020 que regula el Piso Mínimo de Protección Social el Gobierno Nacional demuestra, una vez más, que es mejor ejecutando que comunicando.
La medida que en su esencia es muy buena, no es nueva, sin embargo, varios sectores salieron a tacharla de “reforma laboral por decreto” cuando lo único cierto es que se trata de una norma reglamentaria del Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Duque (Ley 1955 de 2019) que fue aprobado en el Congreso - democráticamente, valga la pena decirlo - con el apoyo de muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras con la expedición del desdeñado decreto.
Lo cierto es que el Piso Mínimo de Protección Social existe desde hace varios años en sus distintos componentes, reconociendo que lo único realmente nuevo es el llamado “seguro inclusivo” que deja dudas sobre su alcance, beneficios y coberturas, pero que solo resistirá críticas cuando sea finalmente reglamentado.
El Régimen Subsidiado de Salud (mal llamado “Sisben”) existe prácticamente desde 1993 y el mecanismo de rentas de vejez a través de Beneficios Económicos Periódicos - Beps, a pesar de su poca difusión, lleva ya varios años funcionando con relativo éxito.
Tampoco se trata de una regulación de trabajo por horas, entre otras razones, porque esa modalidad de salario variable existe desde la expedición misma del Código Sustantivo del Trabajo a mediados del siglo XX y porque la norma es clara en determinar que acceder al Piso Mínimo de Protección Social no implica que los trabajadores con contrato de trabajo pierdan prestaciones sociales y garantías básicas como la prima de servicios, la cesantía o las vacaciones.
Lo que se le ha olvidado decir al Gobierno y que le hubiera ahorrado detractores es que en Colombia existen cerca de 10 millones de personas económicamente activas que devengan menos de un salario mínimo, que tienen un aseguramiento pensional nulo y que nunca hubieren podido soñar con acceder a seguros de riesgos laborales o de enfermedad con los escasos recursos que reciben, con gran esfuerzo, mes a mes.
Solo este pequeño detalle, se trata, ni más de ni menos, de estructurar un sistema de seguridad social de subsistencia básica, que bien manejado y entendido, nos ayudará a mejorar los lamentables niveles de pobreza extrema que, a pesar de los avances de los últimos años, seguimos padeciendo y que se incrementarán como consecuencia directa de la profunda crisis económica y social que nos deja la pandemia.
Tampoco se ha hecho énfasis en que esos colombianos que hoy devengan menos de un salario mínimo, cuando tengan un empleador o un contratante, quedarán exonerados del pago de aportes a seguridad social porque estarán totalmente a cargo de los beneficiarios de sus servicios, no obstante, alcanzarán algo de formalidad, mínima, pero finalmente formalidad.
El Piso Mínimo de Protección Social es la forma de decirnos la verdad. Esa fría y fea verdad que indica que en un país pobre pensar en aseguramientos que paguen el salario mínimo pueden resultar inalcanzables para una gran porción de la población; por ende, parafraseando a las abuelas, es mejor poquito, pero seguro y bendito.
Definitivamente es un buen comienzo, ya llegarán mejores tiempos y podremos ampliar las coberturas, tal como sucedió con el Sistema Subsidiado de Salud, pero si no empezamos ahora, así sea con poco, nunca llegaremos.
Este Gobierno iría mucho mejor, si comunicara mejor lo que logra.
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