A inicios de septiembre, el Aeropuerto Santa Ana de Cartago, en el Valle del Cauca, fue el escenario del Fly-In 2024. Evento organizado por la Asociación Colombiana de Aviación Civil, Aopa, Aircraft Owners and Pilots Association. Esta asociación agrupa a pilotos y propietarios de aeronaves de diversos sectores, quienes las utilizan tanto con fines personales como empresariales, y en muchos casos, para labores altruistas, como el apoyo a la atención médica y humanitaria en zonas de difícil acceso, mediante brigadas médicas, entrega de medicamentos, ropa y alimentos a comunidades necesitadas, así como evacuaciones de emergencia para poblaciones vulnerables.
La Aopa, entre sus múltiples funciones, impulsa activamente la aviación general, promoviendo regulaciones inteligentes e iniciativas innovadoras, contribuyendo así al crecimiento de esta modalidad en el país.
Los datos hablan por sí solos: más de 30 expositores, 1050 visitantes y la exhibición de 68 aeronaves, con la participación de países como Estados Unidos. Esta feria reunió a fabricantes de aeronaves y a empresas de aviación no regular, que desempeñan un papel crucial al conectar las zonas más remotas del país y mejorar su conectividad. Además, contó con la presencia de escuelas de aviación y varios aeroclubes nacionales, lo que resaltó una vez más el significativo impacto socioeconómico que la aviación general ejerce en Colombia.
Por lo anterior, se hace necesario que el Gobierno reconozca a esta modalidad de aviación como una verdadera turbina económica, ya que en muchos casos impulsa directa e indirectamente diversos sectores de la economía, generando empleos en áreas como el turismo, hotelería, el comercio, el transporte y el pago de impuestos, un tema de gran relevancia en el país actualmente.
Un ejemplo real es el impacto generado por una sola artista que arribó en su aeronave privada a la ciudad de Medellín. Según cifras oficiales, sus conciertos propiciaron la creación de más de 7,000 empleos directos e indirectos, además de una ocupación hotelera superior al 95%, sin contar los ingresos adicionales que este evento aportó a la economía local. Este caso ilustra claramente el poder transformador de la aviación privada en la economía regional. ¿Por qué, entonces, no fomentar más espacios para este tipo de aviación, donde las autoridades del país reconozcan su importancia?
Ahora, pensemos en el empresariado colombiano, que utiliza sus aeronaves para cumplir con sus compromisos tanto a nivel nacional como internacional. Esta capacidad de movilidad no solo les permite optimizar su tiempo, sino también fortalecer sus relaciones comerciales. Además, no solo el empresariado colombiano se beneficia, sino también los empresarios extranjeros que llegan a Colombia en busca de nuevas oportunidades comerciales.
Como vemos, el uso de la aviación general propicia la creación de nuevos negocios y, al mismo tiempo, contribuye significativamente al desarrollo aeronáutico del país, ya que, al igual que en la aviación comercial, la aviación general incurre en los mismos costos por los servicios prestados durante sus operaciones.
En resumen, la aviación general ofrece flexibilidad en horarios y rutas, permitiendo acceso a lugares de difícil alcance, aumenta la conectividad e inclusión de comunidades con necesidades, donde ni las aerolíneas comerciales ni el Gobierno tienen presencia, además, genera empleo no solo por su operación, sino también por el objetivo de muchos de sus vuelos, como la realización de conciertos o las visitas de empresas por parte de sus dueños.
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