Las dinámicas macroeconómicas actuales, con altos índices de volatilidad e inflación en los mercados de acciones y títulos de deuda, han generado que los inversionistas analicen y contemplen mecanismos alternativos de inversión. Es así como las inversiones en fondos de capital privado han resultado altamente atractivas para aquellos inversionistas que, además de diversificar sus portafolios, buscan colocar sus recursos en sectores que han probado su resiliencia, estabilidad y rentabilidad en los últimos años.
No obstante lo anterior, las inversiones en fondos de capital privado están expuestas a una inquietante paradoja: si bien son productos con buenas perspectivas y rendimientos financieros, las inversiones en estos vehículos de inversión implican retos e incertidumbres que pueden despertar reservas incluso entre los inversionistas más versados del mercado de valores. Por una parte, las inversiones en estos fondos implican, en la mayoría de los casos, compromisos de entrega de recursos periódicos e inexcusables que son cruciales para la adecuada ejecución de sus políticas de inversión. Asimismo, los activos subyacentes de los fondos de capital privado se sustentan en proyectos con horizontes de ejecución relativamente amplios y difusos —que incluso deben prorrogarse recurrentemente—, lo que implica que, salvo pactos expresos en contrario, sus inversionistas deban esperar amplísimos periodos para obtener los retornos prometidos. Finalmente, dadas las dinámicas en las que operan los mercados de valores y ciertas industrias receptoras de los recursos de los fondos de capital privado, las inversiones que se realizan en estos vehículos adolecen de un alto grado de iliquidez.
Dichas consideraciones han llevado a que en los mercados de valores foráneos —particularmente, en el norteamericano— se comience a desarrollar con gran ímpetu el llamado mercado de los fondos de capital privado secundarios o secundarios (private-equity secondary market o secondaries). En síntesis, tanto los inversionistas pasivos de los fondos de capital privado —los Limited Partners— como los inversionistas activos y gestores de dichos vehículos de inversión —los General Partners— han encontrado incentivos para llevar a cabo la venta de sus unidades de participación —sus interests/units— o la venta de los activos subyacentes a otros inversionistas o fondos de capital privado que están dispuestos a asumir las inversiones en su estado actual. Así, durante el último año, el mercado de secundarios en los Estados Unidos ha crecido a cifras consolidadas récord de 134 billones de dólares.
El mercado de secundarios es atractivo para los inversionistas y fondos actualmente vigentes porque les ofrece mecanismos para obtener liquidez inmediata para nuevos proyectos o la satisfacción de necesidades económicas apremiantes. Los secundarios permiten a su vez que los inversionistas puedan liberarse de los compromisos de inversión que han asumido, habilitándolos para incrementar y diversificar —de forma activa y dinámica— sus exposiciones iniciales con base en los cambios coyunturales que acontecen de tiempo en tiempo. En igual sentido, los secundarios son una buena alternativa para que los inversionistas no continúen pagando comisiones de administración y gestión ante la imposibilidad de culminar o liquidar los activos subyacentes —fenómeno que típicamente se explica desde la noción de zombie funds—. Por último, esta alternativa permite que los fondos de capital privado y sus inversionistas puedan, en ciertos casos, maximizar el valor de sus inversiones a precios de mercado competitivos que difícilmente podrían alcanzarse si se vieran obligados a mantener sus inversiones y los proyectos subyacentes hasta su efectiva maduración ¬—después de todo, los secundarios implican que las inversiones existentes deban valorarse por terceros independientes, lo que garantiza que los intercambios respondan a los fundamentales de cada inversión—.
Los secundarios también resultan provechosos para los nuevos inversionistas y fondos de capital privado que estén interesados en adquirir las participaciones y los activos subyacentes de los fondos ya existentes. Este mercado se traduce en oportunidades para acceder, en tiempos relativamente cortos, a rendimientos de proyectos cuya maduración implica prolongados periodos de espera, toda vez que las nuevas inversiones tienen lugar cuando ya han transcurrido gran parte de los hitos de diseño y ejecución de los proyectos subyacentes. De igual forma, el mercado de secundarios ofrece oportunidades de inversión a precios atractivos y con buenas tasas de descuento, al permitir que inversionistas y fondos de capital privado, actuando recíprocamente como vendedores y compradores, encuentren puntos de negociación y valores aceptables que favorezcan mutuos intercambios. Las experiencias internacionales ponen en evidencia que los secundarios redundan en comisiones de administración y gestión significativamente menores, ya que los órganos institucionales correspondientes no tienen que desplegar las labores de estructuración y puesta en marcha que se requieren al momento de incorporar nuevos fondos de capital privado —de hecho, los fondos secundarios han permitido que la industria se desmarque del tradicional 2.25% de los activos bajo administración (AUM) al momento de fijar las comisiones de administración y gestión, abriendo escenarios más económicos y competitivos que oscilan entre el 1.25% y el 1.5%—
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