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OPINIÓN

Conmemorando el Día de la Democracia

26 de septiembre de 2020

Carlos Fernando Guerrero Osorio

Abogado, consultor y docente universitario en temas de corrupción

Canal de noticias de Asuntos Legales

El 15 de septiembre es el día mundial de la democracia. Conmemoramos la posibilidad que tenemos de elegir y ser elegidos, de manifestarnos, de tener un Estado de Derecho, de poder buscar mejores condiciones de vida. En fin, es un día para tener presente muchísimas cosas que solo son posibles en una democracia.

Sin duda, al mismo tiempo es un momento para reflexionar sobre todo aquello que debemos mejorar para tener una sociedad más democrática. Una manera de observar en qué estado nos encontramos es dándole una mirada al Índice de Estado de Derecho que desarrolla cada año World Justice Project. Según este índice, que mide 8 variables relacionadas con la democracia en 128 países del mundo, ocupamos el puesto 77 en la versión de este año; logramos una mejor posición que en años anteriores en comparación con otros países, pero nuestro puntaje general sigue siendo 0.50, siendo 1.0 la máxima calificación posible.

En todos los factores evaluados, en general Colombia tiene una ligera tendencia a mejorar. Nos va especialmente bien en el factor ‘Gobierno Abierto’, que mide que tanto un gobierno tiene abierta su información para la ciudadanía y qué tan dispuesto está para las observaciones de las personas, en el que ocupamos el puesto 27.

En el peor que nos va es ‘Justicia Penal’, ocupando el puesto 101; según la medición, tenemos investigaciones muy ineficientes, una justicia muy tardía y parcializada, un sistema judicial con influencias inadecuadas del gobierno y un sistema penitenciario que no contribuye a reducir la criminalidad. Un factor que vale la pena también destacar de este índice es ‘Derechos Fundamentales’.

En este, ocupando el puesto 74 y con una ligera desmejora del año 2015 hacia acá, aún debemos mejorar mucho para evitar la discriminación, garantizar la libre expresión, el derecho a la privacidad y el derecho a reunirnos y manifestarnos públicamente.

Una lectura general de lo anterior permite concluir que vivimos en una sociedad que busca la democracia, que seguramente va por el camino correcto -con no pocos tropiezos-, pero que tiene varias cosas en que trabajar. Es un país en el que, afortunadamente, cada vez es más fácil acceder a la información pública, en el que la gente entiende cada vez más la importancia de esa posibilidad para la democracia, para tomar mejores decisiones y ejercer un mejor control sobre los servidores públicos.

Es un Estado en el que la justicia sí tiene aún un montón por mejorar; mientras ese factor no corrija mucho de sus defectos, entendiendo que una justicia adecuada es imprescindible a la hora de hablar de democracia, estaremos alejados de un verdadero Estado de Derecho, de un sistema democrático real.

Contamos con una de las mejores cartas de derechos fundamentales vigentes en el mundo, con una Corte Constitucional bastante activa en la puesta en marcha de esos derechos y una sociedad exigente al respecto. Sin embargo, aun somos un país en el que morir por pensar diferente está a la orden del día, en el que exigir judicialmente un derecho aun es una tragedia, en el que muchas personas aun no comprenden la importancia de esos derechos para la libertad y la dignidad de los seres humanos, o en el que manifestarse puede resultar fácilmente en una tragedia, sea porque hay gente que aún no entiende que la protesta nada tiene que ver con destruir o sea porque la fuerza pública reacciona de forma absolutamente violenta y sin seguir los más mínimos protocolos.

Conmemoremos el día universal de la democracia con tranquilidad y racionalidad; hagámoslo con optimismo sobre lo que viene haciéndose bien y sin caer en pesimismos que en vez de contribuir solo nos llevan a rendirnos; celebremos reflexionando sobre esos asuntos que merecen atención y mejoramiento, sin dudarlo y sin discursos falaces y populistas que nieguen las obvias falencias que tenemos.

Celebremos la democracia alegrándonos de lo bueno que tenemos y, al mismo tiempo, proponiéndonos trabajar sin descanso en aquellos aspectos que requieren la atención de autoridades y ciudadanos en general para ser un país más democrático.

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