La incertidumbre en los negocios internacionales continúa tras la adopción de los aranceles de 25% y 10% sobre las importaciones de acero y aluminio, respectivamente, por parte de Donald Trump. En principio, los países exonerados temporalmente de la aplicación de la medida -la UE, Canadá, México, Argentina, Australia, Brasil, y Corea del Sur- gozarían de este beneficio hasta el primero de mayo de 2018, fecha en que el presidente de los EE.UU. debía tomar una decisión acerca de las exenciones arancelarias.
Sin embargo, algunos de estos Estados aún aguardan una determinación final; así, a esta trama de eventos desafortunados se suma ahora un nuevo capítulo. El pasado 30 de abril la Casa Blanca comunicó la prórroga de la ventaja para la UE, Canadá y México hasta el primero de junio de este año, a menos que en el interregno se llegue a un acuerdo en donde se adopte la exclusión definitiva. Por su parte, la administración Trump alcanzó un “principio de acuerdo” con Argentina, Australia y Brasil y un trato definitivo con Corea del Sur, por lo que no estableció una fecha de expiración para los privilegios de estas naciones sino que ellos aplican hasta tanto el Gobierno estadounidense lo disponga.
Así las cosas, aún hay oportunidad para que Colombia sea excluida de la medida antes de que venza el plazo a principios de junio. Entre otras razones, porque, como lo ha sostenido el director de la Cámara Fedemetal de la Andi, Juan Manuel Lesmes, las exportaciones nacionales hacia EE.UU. son sumamente bajas (0,12% de lo que se importa por las subpartidas cobijadas por la Orden Ejecutiva). Además, Colombia no se ha prestado para triangular material chino en esas operaciones y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo se ha comprometido con la lucha contra la sobrecapacidad y la distorsión de precios en el país asiático a través de la adopción de medidas de defensa comercial respecto de sus exportaciones. Asimismo, Colombia se ha convertido en uno de los principales aliados estratégicos de EE.UU. en la región.
Ahora bien, las implicaciones de que nuestro país no obtenga finalmente la referida exención no son menores. Las industrias afectadas pierden un comprador importante y, en esa medida, sus exportaciones a los Estados Unidos de 41.772 toneladas en 2017 muy seguramente se verían restringidas. De igual forma, como fue señalado en una columna anterior, la riada de excedentes que deja de entrar al mercado norteamericano representa una gravísima amenaza para la rama de la producción nacional. En concreto, se espera que EE.UU. reduzca sus compras de acero en 37% sobre los niveles del año pasado, es decir, en 13,3 millones de toneladas métricas que, en últimas, podrían trasladarse a mercados como el colombiano.
Estos desafíos se presentan en un momento en que los sectores del acero y el aluminio se recuperaban tras un decrecimiento pronunciado. La Cámara Fedemetal de la Andi ha venido, desde hace unos años, planteando la inserción de nuestros productores en cadenas globales de valor y en terceros mercados, iniciativa que habría que acelerar ante la incertidumbre de esta coyuntura.
Lo cierto es que el principal reto para el Gobierno consiste en obtener, en cuestión de un mes, que el presidente Trump reconozca que el país no supone amenaza alguna a la seguridad nacional estadounidense. Solo transcurrido este lapso los hechos mostrarán lo que definitivamente nos espera.
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