Es más antigua esta columna que el Ministerio del Deporte que se creó en 2019 como resultado de la transformación de Coldeportes. Desde aquel momento hasta la fecha han pasado más con pena que gloria por tal entidad seis jefes del que apenas uno sabía o quería hacer algo bueno por el deporte.
A este gobierno no le interesa el deporte. No hablo solo de fútbol, cualquier manifestación deportiva, cualquier competencia o cualquier deportista es mirado como una persona que piensa poco y que solo tiene músculos y por lo tanto alejado del ideal de la izquierda de ser intelectual de Wikipedia y hablador de paja.
Se perdieron los juegos panamericanos básicamente porque quien manejaba la ciudad que iba a ser sede no estaba en la línea política del presidente; los deportistas han sido condenados al ostracismo, no tienen apoyo financiero y no se les escucha, nada.
El ministerio, salvo para Ernesto Lucena, ha sido un lugar de paso, en algunas ocasiones para enriquecerse, en otras simplemente para escampar a la espera de un mejor puesto que el presidente tenga a bien ofrecer. También ha sido reservado tal puesto para indicar que es un gobierno inclusivo, por lo que es más importante para llegar a ser ministro del deporte pertenecer a alguna minoría que saber de deporte.
Siempre se ha creído que el solo hecho de haber sido deportista, mejor, medallista olímpico es suficiente para ser ministro del deporte. El ensayo inicial de este gobierno fue nombrar a la primera medallista de oro de Colombia; las habilidades como levantadora de pesas de María Isabel Urrutia no fueron suficientes para hacer algo digno del puesto y salió bastante mal con asuntos delicados de corrupción. Sus sucesoras, más pulcras en el manejo de los dineros y de la contratación tampoco han hecho mucho.
Todo esto para preguntar; ¿es necesario semejante animal burocrático? Es decir, ¿el deporte necesita tal cantidad de gente para que no hagan nada? o ¿nada en pro del deporte?
El ministerio al iniciar tenía una o dos cosas que funcionaban; el laboratorio acreditado por Wada para el control al dopaje era una institución que funcionaba, se analizaban muestras de deportistas en prácticamente toda Latinoamérica con tecnología de punta; desafortunadamente, malos manejos hicieron perder la acreditación y con el nuevo gobierno el laboratorio no fue prioridad. En la actualidad Colombia es uno de los países con mayor cantidad de dopados en el mundo pues ni el ministerio ni las federaciones nacional hacen nada por informar a los deportistas. El tribunal disciplinario antidopaje, funciona cuando tiene recursos que no es siempre.
Inspección vigilancia y control tampoco hace mucho, inspecciona poco, vigila menos y jamás controla, por lo que poco sentido tiene, también se puede suprimir esto pues, repito, no ejerce su labor.
Finalmente, a los deportistas de alto rendimiento no se les apoya.
Este ministerio solo sirve para adelgazar la cuota burocrática de otras entidades y para llenar de funcionarios que hacen poco y mal. Se debería acabar y pasar lo poco que hace al Comité Olímpico Colombiano. La realidad es que el deporte sigue igual con o sin ministerio, grandes deportistas, pocos escenarios y nulo apoyo por parte de federaciones o gobierno. Es utópico, pero sería mucho más interesante que todo ese dinero que se gasta en funcionamiento se destinara a apoyar deportistas, esto no ocurriría y la plata se iría a otros asuntos alejados de nuestros deportistas y nuestro deporte
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